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Es un pequeño homenaje a nuestra tierra. Espero que sea de tu agrado.







martes, 30 de septiembre de 2008

RIBA DE SAELICES

No somos aragoneses,
ni tampoco castellanos,
que nacimos en la Riba (somos tierra de Medina)
y nos llaman los rayanos"
"En la Puerta del Garganto
me he parado a pensar
las vueltas que ha dado la Riba
y las que tiene que dar"

El actual término de Riba de Saelices ha sido durante siglos lugar de asentamiento de numerosas culturas. Poblado ya en la Prehistoria, han dejado huella en el terreno numerosos pueblos, el celtibérico, el romano, el musulmán y por supuesto los cristianos que repoblaron estas tierras sobre los árabes y que dieron lugar al actual caserío. Tras la demarcación hecha por Alfonso VIII, en el siglo XII, se incluyó en el Común de Medinaceli pasando después al Ducado, dónde permaneció hasta el siglo XIX quedando finalmente en la actual provincia de Guadalajara.
Numerosos pueblos y civilizaciones han habitado estas tierras desde la Prehistoria, dejando numerosos vestigios de su paso, su arte y cultura.
Un pueblo de guerreros
Época celtíbera:
La ocupación de estas tierras por los celtíberos tuvo como consecuencia la influencia de los lusones sobre los habitantes del valle del Río Linares. La presencia celtíbera ha quedado reflejada tanto en nuestro pueblo (necrópolis del Cerro de la Virgen), excavada en los años 60) como en los de la zona, siendo el poblado más importante el de Luzaga, bastión del pueblo Lusón.
El periodo final del Hierro, en nuestra provincia, es testigo de la primera civilización auténtica : los Celtíberos.
El territorio de nuestra localidad, al igual que la Sierra del Ducado, estuvo ocupado por la tribu de los Lusones. Luzaga y Luzón toman de esta tribu su nombre, pero es en Luzaga donde se encontraría el principal centro de este clan. Tanto los lutiacei, habitantes de Luzaga, como el resto de habitantes de esta Siera estuvieron más influidos por los íberos. Esta familia limitaba con los titos, hacia el Este, arévacos y pelendones al Norte, y olcades, al Sur.
Los lusones, al igual que los celtíberos, sacralizaban la naturaleza y dedicaban un culto especial a los muertos, de ahí sus numerosas necrópolis, como por ejemplo lña del Cerro de la Virgen y otras muchas en la zona, como en Padilla, Luzaga y Hortezuela.
Los lusones vieron la llegada de los romanos y opusieron menos resistencia que otras tribus vecinas, de ahí que no existan armas en nuestra necrópolis. En la segunda Guerra Celtíbera (más concretamente entre el 143 y el 133 a.C.) los celtíberos dejaron paso al nuevo poder reinante: los romanos, quienes no llegaron a dominar totalmente la zona hasta la década del 90 a.C.
Época romana:
Esta influencia se vio truncada durante la Segunda Guerra Celtíbera (153-133 a.C), cuando la zona ya quedó dominada por las fuerzas romanas que permanecerían en estas tierras hasta la llegada visigoda.
Mientras el Imperio Romano conquistaba grandes espacios de la vieja Europa, tanto la población como los alrededores se encontraban bajo el dominio de los pueblos de la Celtiberia.
La tranquilidad se trunca a fines de 195 a.C. Es en esta fecha cuando se produce el primer ataque a los celtíberos llevado a cabo por Manlio y Catón que se efectuó subiendo desde el Ebro por el Jalón. En esta Primera Guerra Celtíbera, Catón sitia Sigüenza pero no se produce un control total del territorio. Ya involucrados contra el ejército invasor, los peninsulares esperan a la llegada de la Segunda Guerra Celtíbera (153- 133, a.C.), y es en esta cuando irremediablemente trasladan su dominio al del pueblo de Roma. En esta franja de 20 años bajo la influencia de los cuerpos militares de Ocilis (Medinaceli) y Numancia (Garray, Soria) los pueblos del Norte de la actual Provincia de Guadalajara, y por ende los pueblos de la Sierra del Ducado se ven sometidos al pueblo romano y dejan paso a la gran potencia de Europa Occidental, el Imperio Romano.
En la localidad, los restos romanos se centran en el yacimiento de Valdeherreros-Lazafuega en el que se observan restos culturales, que van desde el contacto celtíbero con el mundo romano hasta la época medieval. Junto a este complejo se encuentra la necrópolis de inhumación, excavada en el año de 1915 por el Marqués de Cerralbo así como otra lápida aparecida en el término. Reseñar que de los restos aparecidos en la zona destacan los hallados en Luzaga así como una villa en Hortezuela.
Las invasiones de los francos en buena parte de la península llevan a la pobreza a la Hispania romana y será hacia el siglo VI cuando se implanten los visigodos.
Época visigótica:
Empujados desde las tierras del norte, los visigodos llegan a estos parajes en torno al siglo VI. Aún no se han encontrado restos del pueblo visigodo en nuestro término, pues al igual que en toda la provincia, los hallazgos son escasos, si exceptuamos la ciudad de Recópolis y una serie de necrópolis.
Es Toledo la capital de estos pobladores y desde aquí se deciden los nuevos cambios que se instaurarán en la población. Sin embargo, la gran ciudad de Recópolis, fundada por el rey Leovigildo en el año 578, sería probablemente el centro neurálgico de esta zona.
Época musulmana:
En el año 711, el dominio visigodo deja paso en la península al nuevo orden musulmán. La invasión del antiguo reino, en los primeros años, se lleva a cabo por Tarik y Muza.
Tras la conquista, los musulmanes fundan diversos núcleos de población en la zona: Medinaceli (Madinat-al-Salim) o la ciudad de Al-Faray (Madinat-al-Faray) que se llama ahora Guadalajara por el río Wadi-l-Hiyara. Después de los primeros intentos de reconquista cristiana, los árabes instauran unas divisiones administrativas, de consideración estrictamente militar, llamadas marcas o fronteras por todo Al-Andalus frente a los reinos cristianos del norte.
El historiador árabe Ahmad-al-Razi, a finales del siglo IX, describe la provincia enclavada en la Marca Media junto con Teruel o Albarracín. Los distritos a los que hace referencia son Molina, Santaver, Recópolis, Guadalajara y Bartusa, siendo este último dónde presumiblemente se incluiría el pueblo y que habría que relacionar con la capital militar de esta marca entre los siglos X y XI, la ciudad de Medinaceli.
Del paso musulmán en el pueblo quedan diversos vestigios, siendo el de mayor importancia el conjunto de los Casares. Este complejo alberga una serie de huellas de la memoria musulmana, ya que en la ladera de la Cueva, se halla un poblado del siglo IX y una Atalaya de similar época, además de otros restos como un silo o un horno de yeso.
Después de vivir su época de apogeo en torno al siglo X, dos siglos después sufre un abandono progresivo, que junto con los avances cristianos, hace que la población se traslade
Época cristiana:
Tras diversas escaramuzas cristianas a lo largo de los siglos, la zona cayó en manos cristinas hacia el siglo XII. En Julio de 1104, Alfonso VI ocupa Medinaceli, que seguirá siendo la cabecera de una gran comarca. En 1121, se restaura el Obispado de Sigüenza y en 1136, Manrique Pérez de Lara ocupa Molina. Sin embargo la zona del pueblo no tiene una tranquilidad absoluta hasta la ocupación definitiva de Cuenca, en 1177 por Alfonso VIII. Sin embargo esto no quiere decir que no hubiera población cristiana en el término, ya que el 21 de Abril de 1154, Alfonso VII confirma el fuero otorgado a Don Manrique y entre sus confines nombra que limita con Santa María de Almallaff, que fue el primitivo nombre de la actual Ermita de la Virgen de Armallak. Además el pueblo aparece documentado por primera vez en un acta de conciliación, firmada el 4 de novienbre de 1197, entre el obispo de Sigüenza y los sacerdotes del arciprestazgo de Medinaceli. En ella, entre Rata (hoy Santa María del Espino) y Ablanque, aparece Riba de Saelices, pero con el nombre de "Rippa de Paredes", (Riba de Paredes) en alusión sin duda a los numerosos paredones, incluso de origen ciclópeo y prerromano.
Es en este siglo o en los primeros años del siguiente cuando se empieza a construir el primitivo edificio románico de Santa María Magdalena. Después del nacimiento, el pueblo queda incluido en el Común de Villa y Tierra de Medinaceli. Esta población se adapta a la fisonomía del terreno creciendo lentamente hasta lo que hoy conocemos.
Alrededor de Riba de Saelices
Enclavada en la Sierra del Ducado, Riba de Saelices presenta una gran variedad de flora y fauna. La localidad se encuentra rodeada de un entorno incomparable al que sus pobladores han sabido amoldarse y sacarle todo su aprovechamiento. Rodeadas por calizas y areniscas rojizas, se asientan parameras por las que fluyen pequeños arroyos. Buena parte del término está cubierta de pinares, sabinas, enebros, quejigos y encinas, otra se dedica al cultivo del cereal e incluso hay algunas pequeñas zonas de pastos, algunos matorrales espinosos y gran variedad de pequeñas plantas aromáticas, entre las que predominan el espliego, el tomillo y el romero.
"Esta es la Plaza Mayor
y como esta no hay otra
donde se tira la barra
y se juega a la pelota”
Al igual que el resto de pueblos castellanos asolados por la emigración del siglo XX, Riba de Saelices también perdió con este azote algunas de sus tradiciones. La celebración popular de la Virgen de Marzo o la quema del Judas, son actividades que no se han hecho desde hace años. Otras como la Corta del Mayo han conseguido seguir desarrollándose en nuestros días. Cuenta el dicho que quién olvida sus raíces, pierde su identidad, por eso el mantener vivas las tradiciones de antaño es sinónimo de que la cultura popular prevalece sobre el paso de los años.
Hay muchas cosas que han sido y ya no son. O que están prontas a dejar de ser. Por ello dedicamos este apartado a todas aquellas labores, juegos, costumbres y sucesos que una vez fueron cotidianos. Hacemos un recorrido por diversos aspectos tradicionales. Por un lado tenemos las festividades religiosas que antes se celebraban. Además de esto, damos a conocer otras tradiciones de carácter popular, como la Corta del Mayo, los dichos y refranes que antiguamente sonaban por las calles o diversas actividades que la vida del milenio pasado obligaba a realizar.
"Tres cosas tiene la Riba
de valor sin igual,el Valle de los Milagros,
la Cueva de los Casares
y la Virgen de Armallak"
¿Cómo llegar?

Riba de Saelices dista de la capital provincial 102 kilómetros y ocupa una situación equidistante entre el curso alto del río Tajo, a la altura del puente de Tagüenza, en Huertahernando, y la autovía de Aragón, o carretera N-II (Madrid-Zaragoza), a la altura de Alcolea del Pinar. Para acceder por carretera a los pueblos de este municipio es preciso abandonar la citada autovía de Aragón en Alcolea del Pinar (en el kilómetro 123) y tomar allí la carretera CM-2113 (Alcolea-Villar de Cobeta), antigua GU-950.
¿Entre Castilla y Aragón?
Culturalmente los pueblos del municipio, al igual que los restantes de la Sierra del Ducado, son y han sido frontera entre Castilla y Aragón pues, a pesar de haber pertenecido durante siglos al ducado de Medinaceli, señorío y título de una de las familias más poderosas y prestigiosas de la nobleza castellana, han mantenido siempre frecuentes contactos culturales y comerciales con el vecino reino de Aragón, del que este municipio dista poco kilometraje.

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